Haz tronar tus dedos,
apreta las pestañas,
amarra los pies.
Descascara la retina
y babosea tus nudillos.
Pedacito de mujer;
reune los poros en tu pecho
e inventa un salto mortal.
Lánzate en neblina (solo para que nadie diga que lo hiciste para otros)
y cae con desparpajo.
Limpiate ese hoyo que te formaste en el pecho.
Métele aniz.
Métele chocolate amargo.
Métele agua.
Agua y verdades.
Tómala a ella y déjala ahí dentro,
limpiala con un buen jabón;
de granada y sal de agua.
Sécate al sol.
Desnuda.
Sin piel.
Y yo sé,
te vas a ver y vas a querer creer,
pero pese a todo:
Te vas a seguir sintiendo un miserable pedacito de mujer.
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