y para ese entonces te va a gustar la lluvia (te prometo),
yo no me voy a enfermar porque ya habré aprendido a dejar de hacerlo.
Vas a usar el gorro que te regalé el domingo pasado,
y comer las galletas que hicimos en la tarde.
Voy a tener las manos sin guantes,
porque desde que tengo las tuyas no necesito más.
Y cuando volvamos a la casa nos sacaremos las hojas pegadas en los zapatos;
el agua en la punta de la nariz,
los abrigos y las bufandas.
Cuando salgamos a caminar sin paraguas:
a mi se me van a olvidar las llaves,
pero tu vas a andar trayendo las tuyas,
ya que con la lluvia, tu sabes que me pierdo.
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