Si no fuera por que me sé sin sangre
sin estirpe conciliadora
sin talones que se apoyan
sin llanto en sueño,
sin tanto
y poco,
te diría no te salves,
(quédate)
y que sepan los mirlos,
que mientras cantan
yo te digo bajito
suelta las manos
del barro piadoso
del corazón borrascoso.
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