En la quinta esfera que dibujé con tiza
cuando tenía dieciocho años, adormecida. En la quinta esfera deforme e
irreconocible como esfera. Utilicé la palabra más pútrida. La más ignorante. La
palabra más prostituta de todas, y la más sublime. Que puta
más grande. Hay que tener muy claro que al usarla, de inmediato hiede un olor a
putrefacción que es propio de una morgue, de un holocausto y de las bocas que
la usan, claramente. Cómo no darse cuenta. Que puta más grande. Ahora todo
huele a este menjunje de letras. Soy la ignorancia, soy una epidemia. En la
quinta esfera que dibujé con tiza cuando tenía dieciocho años, esfera que,
jamás creí, llegaría a dibujar con el resto de las esferas. En la quinta y
hedionda esfera, escribo: Enamorada.
Es de azufre, pienso.
Las hormigas se van,
Llegan un par de pájaros, que de seguro
pertenecen al averno.
No tienen ojos,
No tienen carne,
Pero tienen dientes,
¡Sí, tienen dientes!
Se ríen,
Suenan trompetas.
Miles,
Ya no parecen trompetas.
Y la bocanada más grande,
La bocanada más triste.
Soy una ola,
Pienso,
Soy una ola, que se ha demorado años en
recorrer el mundo,
Y ha venido a encallar
En el magma.
Ya no huele a nada,
Ahora soy azufre,
Azufre y magma,
Celeste,
Parda.
Ya no recuerdo el nombre de mi madre,
Solo le he dicho madre.
¿Como puedo volver al mar?
No quiero ser ola,
Quiero ser la basura que permanece siglos
Y siglos
Dando vueltas
El pájaro de petróleo
Que no puede aletear
Quiero ser la basura
Que no puede encallar
Quiero
Quiero.